En el libro “Masacre en el comedor” (editorial Sudamericana, 2022), el periodista Ceferino Reato relata uno de los episodios más sangrientos de la historia argentina. Sucedió en un período oscuro, cuando la política se movía con la violencia como recurso. El 2 de julio de 1976 Montoneros colocó una bomba que explotó en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal, a 100 días de instalada la dictadura militar. El atentado terrorista dejó 23 muertos y 110 heridos. Fue el más sangriento en nuestro país hasta la voladura de la AMIA y sigue siendo el mayor contra una dependencia policial en todo el mundo.

“Demoré mucho en investigar y escribir este libro porque, al no tener una causa judicial que guíe mis pasos, debía ir buscando la información. Hasta que me encontré con un sumario administrativo que hizo la Policía Federal y eso me sirvió para determinar el tema y comenzar a indagar en todo lo relacionado a las víctimas y a cómo había sido el atentado”, dijo el periodista y escritor a LA GACETA. Una dificultad, explicó, fue hablar con los familiares de las víctimas. “Se habían acostumbrado a estar en silencio porque tenían miedo y el miedo es bastante inhibitorio”, recalcó.

Durante la semana pasada el libro fue noticia porque la Cámara Federal ordenó reabrir el caso. “El fallo es una buena noticia, aunque no conozco mucho de leyes ni presto atención a lo que sucede en las causas. Sí creo que es necesario que tanto la Justicia como la política se fijen en las víctimas y no en los victimarios: si mató la Triple A, la guerrilla o la dictadura”, sostiene.

El periodista subraya que fue difícil escribir el libro y que no lo hizo para que tuviera consecuencias judiciales, sino para que se conociera la verdad sobre la bomba vietnamita que explotó en el comedor policial. “Fue todo un tema encontrar el tono porque este atentado sucedió en plena dictadura militar”, indicó Reato.

“Obra cumbre de la guerrilla, parece tratarse de una realidad incómoda para todos: contemporáneamente comportó una humillación poco digerible para la Policía y el gobierno de Videla; en perspectiva, constituye un hecho difícil de justificar para el relato hegemónico sobre los 70. Más aún a la hora de hacer nombres: si bien la bomba es colocada por un joven de clase media alta infiltrado en la institución, José María Salgado, el atentado lleva la firma del Servicio de Inteligencia e Informaciones de Montoneros, cuyo hombre clave era Rodolfo Walsh. Este libro parte de la explosión y reconstruye el minuto a minuto de aquellos días, acudiendo a sus fuentes y protagonistas, desde deudos de las víctimas hasta familiares de Pepe Salgado. En ese gesto repone un capítulo interesadamente olvidado de nuestro pasado y tácitamente postula su argumento: la verdadera historia de los 70 es la historia de todas sus víctimas”, explica el prólogo del libro.

- ¿Por qué eligió contar esta historia?

- Quería contar lo que pasó. No lo escribí pensando en la causa judicial, sino en las víctimas. Tengo entendido que el año pasado un grupo de abogados de las víctimas presentó un pedido a la jueza para que reabriera una investigación que ella había iniciado y cerrado, considerando que era un delito que ya había prescripto porque no era de lesa humanidad. Pero ese es un invento que hizo la Justicia argentina durante el kirchnerismo. Es decir, se van a juzgar sólo los actos cometidos desde el Estado pero nunca los de la guerrilla. Esa es una cuestión muy nacional y popular porque en el mundo eso no se explica. Fijate que en España o en Colombia los delitos de la guerrilla y de la ETA se juzgan sin considerar la calidad de los victimarios. Personalmente no me fijo en los temas judiciales y políticos porque me desconcentrarían de la investigación. Mi foco está en los hechos, en tratar de conseguir las mejores fuentes y además en hacer una comprensión del contexto para poder explicarlo, no para justificar los hechos. En esa búsqueda necesito las voces diversas de las víctimas, pero también y fundamentalmente de los atacantes, que son los que conocen lo que pasó y eso a veces es fácil y otras es difícil.

- ¿Por qué le interesó indagar en muchos de sus libros sobre la década del 1970?

- Hay un sector importante de la política, del oficialismo, que arraiga su discurso político en los ´70. También porque tanto el oficialismo como la oposición han decidido juzgar solo a algunos y ese consenso de esa política de Estado que ha habido hasta ahora me parece que es poco efectiva, porque ilumina sólo una parte de los 70 y deja en el olvido otros actos, como los de las guerrillas, y así los perdonan. Perdonan a sus autores pero descuidan a todas las víctimas de esos actos que están ahí y no tienen voz. Los 70 están muy presentes y yo creo que tienen que ser pasado. Creo que la verdad ayudaría a enterrar todo esto en el pasado.

- ¿Cómo describiría el contexto de la época?

- Durante los años ´70 en otros países también había una especie de fiebre juvenil que consideraba que el capitalismo era una cosa del pasado y que el mundo iba hacia el socialismo. En aquella época la política, o el cambio político, estaban más ligados a la violencia, digamos. Había más consenso social sobre la violencia a diferencia de hoy, que no habría un apoyo político para estos actos. Esta situación no se dio solamente en Argentina. sino que atravesó a muchos países en donde hubo intentos revolucionarios y de las réplicas contrarrevolucionarias por parte de los militares. Cada país sufrió una tragedia y trató de encontrar una solución que no es fácil, claro. En el caso nuestro ensayamos varios caminos: el de Raúl Alfonsín, Carlos Menem y nos quedamos con el de Néstor Kirchner que, me parece, tiene el apoyo de la oposición en general.

- ¿Cuál es tu pedido hacia Mario Firmenich, Roberto Perdía y Horacio Verbitsky?

- Ellos, entre otros protagonistas de los años 70, no pueden morirse sin decirnos todo lo que hicieron y todo lo que saben. No sé si están jubilados, pero por lo menos están jubilados de las guerrillas y uno se los imagina tranquilos, en pantuflas y en su casa mirando la tele. A mí me parece que necesitamos que vengan a decirnos qué pasó, qué hicieron, porque permanece que son claramente responsables de esta acción. Ellos mismos lo han reconocido. Yo le pregunté a Verbitsky y me dijo lo que él pensaba en ese momento, pero la Justicia tiene otros recursos para obtener testimonios. Yo lo que espero es que la jueza nos diga si va en serio y los llamen a declarar.

- ¿Qué surgió en el diálogo con los familiares de las víctimas de este atentado?

- Muchas familias se vieron seriamente afectadas por la masacre en el comedor. Para cada una de las familias hubo destrucción desde el punto de vista económico y familiar, desde el afecto. Perdieron un papá que en aquella época era todo el sostén de una familia y la madre tuvo que salir a trabajar. En uno de los casos la familia debió mudarse de barrio y de escuela porque les pidieron la propiedad que alquilaban ante el temor de que no pudieran pagar el alquiler. En fin, un montón de problemas que me parece que el establishment judicial y político debería hacerse cargo.